lunes, 24 de octubre de 2011

Detalle

Me gusta tratar a las personas como tales y retorcerles las tuercas de tal manera, que nunca se crean adivinas de su futuro más próximo, que no sean capaces de predecir palabras en un texto, o no intuyan los siguientes gestos de amabilidad que vienen después de un "tal vez...", de un irónico "quizás..."

En eso consiste el sorprender, en eso consiste el detalle. Que te hagan una pregunta absurda, sin venir a cuento. No tiene ni porqué ser romántica, ni siquiera sentida, como por ejemplo el "¿qué tal?" o el "¿qué te cuentas?" y entonces, en ese instante, te venga la quinta sinfonía de tu lado derecho del cerebro y te diga, en rótulos luminosos y parpadeando cada dos segundos, "Me he acordado". Cachis! Qué tontos somos, con qué poquito nos hacen felices a veces...

A veces, el detalle no tiene ni porqué ser pequeño. Ya está bien de ser rácanos. Que sea del tamaño de lo que te permitan ver esos ojos verdes, por ejemplo; algo infinito, azul y con nubes, puede devolverte un anhelo de añoranza, de un momento marcado por el quizás tempranero, o un "te echo de menos" gritado en silencio... Me parece un detalle mirar al cielo y ver que algo tan grande te detalle algo tan comparativamente pequeño, tan humano...

También el sorprender es a veces,... el no estar. Que mires a tu alrededor mañana, y veas un hueco vacío, donde ayer anduvo ocupado, o un asiento frío en un día caluroso, cuando estaba a temperatura ambiente en un día lluvioso. Que lo veas y te acuerdes...
A veces cuando no se está... se está. Y no me llamen loco. Prueben un día a desaparecer. Sorprende, luego es un detalle.

Voy a tener el detalle de no atosigarte.

Voy a tener ese detalle, porque dicen que, a veces, la mejor manera de perder algo, es quererlo demasiado,...

Así que, como siga así, voy a perderte...y eso,.. si que no es un detalle...

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