
Nos sinceraremos: No aguantábamos. 34 horas nos supieron a infarto, desgana, desapetito,...Nos vino añoranza a decirnos lo que ya sabíamos. Nos vinieron gratos recuerdos, como si hubiera pasado hace miles de años, en nuestros mejores días de la juventud e infancia... esos que se recuerdan con una sonrisa en la cara, y un pellizco en el corazón...
Quedamos cerca de una parada de autobús. Nos vimos después de 2 interminables días. Una química en el chiquitito de color rojo, produjo una serie de movimientos físicos en el cuerpo, y probamos a sentirnos queridos en mitad del frío invierno...
Tras el ángulo de 180º grados que produjeron nuestros brazos, llegó un instante de "váyase a la porra, doña añoranza" y nos escondimos detrás de un señor abrazo que un gato negro que pasaba por allí se sintió solo, cuando siempre, ésto, le había dado igual...
Un par de besos entre varios "te quiero" y "te he echado de menos", y entonces llegó..., te montaste con una sonrisa que escondía una profunda tristeza y yo te respondí con otra que decía "yo tambien", que respondía a tu "te quiero" en silencio, y sin mediar palabra, nos entendimos...
Ni que decir tiene que me quedé frío, me quedé en tierra...
Ni que decir tiene que me quedé con ganas de más y mejor...

En la línea número 34 de autobús...
No hay comentarios:
Publicar un comentario